sábado, 25 de enero de 2014

Cansancio y humedad

Cánsate, cánsate.
No te alejes de mí.
Cánsate, hijo,
sin molestar y sin hacerte daño.
Cae rendido
cuando te lleve en brazos a la cama.
La estufa, tu comida.

Ahora
no te sientes, no te arrodilles, no te tumbes
sobre la tierra.
La lluvia la enfrió para enfermarte.
El agua se hizo barro, se oculta bajo el suelo.
La tierra está esperando.
La tierra está empapada, moldeable.
Esa humedad no debe adherirse a tu ropa.

Cánsate y duerme.
De un tirón.
Saludable.
Seco.